Una dialéctica de los sentidos
Título: Postrimerías
Artista: José Maldonado
Lugar: Galería Aural
Dirección: C/ Pelayo, 68, 18004
Fecha: 09.09 – 11.12.2021
Para Maldonado, la postrimería es aquello que queda de nosotros después de haber vivido, y que ya anticipa el altar de la imaginación: la vida eterna, si es que existe; un paisaje más allá de los sentidos y cuyo significado sólo es discernible a través de la especulación estética.
In ictu oculi y Finis gloriae mundi deben su título a los Jeroglíficos de las postrimerías de Valdés Leal, artista con quien Maldonado trabaja desde hace décadas. Afortunadamente, Maldonado no espera necesariamente que seamos capaces de identificar sus referencias. Tal y como acostumbra, nos invita a participar en la creación de un lenguaje colectivo, hilando tanto asociaciones subjetivas que dependen en buena parte de nuestra experiencia personal, como aquellas que surgen de una lectura explícita de sus alusiones: “el espectador, si se emociona, necesita saber más; la autobiografía del artista, sus motivaciones…” sugiere en una entrevista para RTVE. De este modo, se enfrenta a él de un modo parecido a como el creyente se enfrenta a la fe: uniendo los puntos de una constelación que podría no guardar ninguna relación con lo real. En palabras de Umberto Eco: “nuestra búsqueda de un autor modelo reemplaza aquella del Padre, oculto en la niebla del infinito, por quien no dejamos de preguntarnos por qué hay Ser antes que Nada”.
Este es el caso no sólo de las dos postrimerías sino también de 4'33 – que hace alusión a la obra de John Cage – y de Ni más ni menos, que vuelve a referirse a la pintura de Valdés Leal de un modo incluso más abstruso. En ambas obras, el título vuelve a inscribirse en lienzos blanquísimos, de composición asimétrica pero armónica que demuestra la sensibilidad estética del autor mucho más allá de sus referencias históricas y culturales. Mientras que el espectador puede quedar cautivado por el concepto general de los cuadros, no existen elementos que ayuden a guiar su intuición sobre el lienzo al margen del título de las obras: sin el marco referencial que nos sugiere Maldonado, estamos completamente perdidos, de modo que es casi imposible acercarse a la cadena de evocaciones del que depende el interés principal de los cuadros. Esto hace que estas primeras obras no sean, a mi juicio, las más indicadas a modo de introducción. En caso de no estar familiarizado con la filosofía de Maldonado, el espectador podría quedar frustrado antes de enfrentarse a las salas subsiguientes: sus obras ganan calidad cuanto menos dependen de un juego asociativo que se gesta exclusivamente en el interior del artista.
La primera obra en negro, Nada, es mucho más conceptual, y va más allá de las referencias y el bagaje cultural de sus intérpretes. En los cuatro lienzos del conjunto, los signos son mucho más grandes y con distintos grados de visibilidad. Atendiendo al título, la primera impresión es que no ocultan nada, sino que se trata de una composición monocromática. El espectador vidente tendrá que acercarse a la obra para intuir los bajorrelieves circulares que conforman las cuatro letras del título. De este modo, descubrirá que incluso donde no parece haber nada existe algo; quizás algo que escapa a nuestra capacidad de decodificación, pero que no es en absoluto aleatorio. Podemos, exclusivamente a través de la intuición, sentir cómo la obra nos pone en el lugar de quien no ve, buscando diferentes ángulos de lectura y tanteando posibles interpretaciones que den un sentido más que estético a la sofisticada composición. Es como si el universo de Maldonado requiriese una sensibilidad compensatoria.
José Maldonado
NADA, 2021
Técnica mixta sobre lienzo. Políptico 4 elementos 117 x 81 cm
Quizás la última sala sea la más orgánica y holísticamente comprensible de las tres. Nada que oír, Nada que ver, Nada que decir y Nada que sentir son cuatro lienzos distribuidos en cada pared, cada uno dividido en varios sectores por surcos geométricos en los que los elementos lingüísticos aparecen desordenados. A través de un arduo trabajo de interpretación, el espectador debe averiguar el por qué de cada uno, en este caso, bastándose de las propias características de los cuadros. Hay, por ejemplo, un cuarto de kilo de pintura azul por cada dos kilos de pintura negra, lo que dota de un tono irónico a los títulos del conjunto. Nada que ver no es pura ausencia, sino la negación de lo inmediatamente visible: un significado que cada espectador creará de la mano del artista. Nada que decir nos dice algo al mismo tiempo que lo niega: una negación determinada, en términos dialécticos. Si bien Maldonado no transmite ninguno de sus mensajes en un lenguaje común, nos proporciona herramientas para sentir, vivir, y colaborar con él en la producción de una síntesis, un devenir simbólico, que oscila entre la referencia objetiva y la invocación de nuestra propia subjetividad.
Isabel Hernández-Gil
Algunas erratas. Crítica excelente.
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