Homenaje a Chillida en el 45 cumpleaños de la Galería Nieves Fernández
“Eduardo Chillida. Homenaje a Pili y a Eduardo”
NF/Nieves Fernández Galería (C/ Blanca de Navarra, 12,
Madrid)
Inauguración: 16/12/2021 [fecha fin de la exposición sin especificar]
Por Carla Pinel Martínez
Homenaje a Chillida en el 45 cumpleaños de la Galería
Nieves Fernández
El 20 de marzo de 1994, Eduardo
Chillida leía su discurso de ingreso como Miembro Honorario en la Real Academia
de Bellas Artes de San Fernando. Señalaba en su introducción que con dicho
texto no pretendía ofrecer respuestas que explicaran el proceso de su obra,
sino mostrar algunos de los interrogantes que le han acompañado a lo largo de
su vida como escultor. Serían sus esculturas las que, en todo caso, podrían
clarificar algunas de esas preguntas que traía escritas a mano en su cuaderno
de notas y que a continuación comenzó a verbalizar.
Ahora, en diciembre de 2021, la
galería madrileña Nieves Fernández recupera esas Preguntas y las
contrapone con las obras que presenta en su última exposición dedicada al
artista vasco, “Eduardo Chillida. Homenaje a Pili y Eduardo”. Este juego
dialéctico se materializa en la hoja de sala, donde no aparece más texto que algunas
de aquellas reflexiones en abierto del artista: preguntas, todas ellas muy
profundas, que transitan alrededor de lo que significa existir aquí y
ahora, en un tiempo y un lugar determinado, y el papel del arte como posible fuente
a través de la que dar (o no) respuesta a tales cuestiones a la vez que genera
nuevas preguntas.
Con esta muestra, la galería conmemora
los 45 años de recorrido del proyecto de su fundadora, cuyos inicios se remontan
a la apertura de la galería-librería Yerba en Murcia en 1977. Despuntando como
espacio de confluencia intelectual y artística, donde se fraguaban bulliciosos
debates de carácter político y cultural, y combinando su labor expositiva con la
editorial, la galería se convirtió en un hito de los 80 murcianos y fue la primera
de esta región en contar con una reiterada presencia en la por entonces recién
nacida feria de arte contemporáneo ARCO.
Antes de que la galería se
separara de la librería para trasladarse a Madrid en 1989 bajo el nombre de
Nieves Fernández, por allí ya habían pasado picassos, semperes, tàpies
y chillidas, entre otros; e intelectuales del calibre de Octavio Paz y
Gabriel García Márquez colaboraban en algunas de sus exposiciones. Quizás sus
herederas, Idoia y Nerea, hijas de Nieves y familiarizadas desde bien chiquitas
con todo lo que se cocinaba dentro y fuera de la galería, hayan optado por
Eduardo Chillida para el 45 aniversario en un brote nostálgico por lo que fue
la tierra en la que nació su madre. Habiendo realizado la primera exposición de
Chillida en la galería en 1987, lo cierto es que el equipo NF reconoce orgullosamente
que trabajar con él ha sido y será siempre uno de los momentos más importantes
de su trayectoria.
En la muestra actual se exhibe
uno de los aguafuertes de gran tamaño pertenecientes a la serie Euskadi (Euskadi IV, 1976) que el artista realizó entre 1975 y 1976. Fue
esta la primera técnica con la que inicia un prolífero trabajo gráfico -sus dos
primeros grabados datan de 1959- que correrá en paralelo a su producción
escultórica y que, a pesar de ser quizás una faceta menos conocida del
donostiarra por parte del público general, resultará en un total de más de 600
estampas para las que utiliza únicamente el blanco y negro –“todo lo decisivo
se puede decir sólo con estos dos colores”, comentó en más de una ocasión–. Entre
otros aguafuertes, la exposición presenta también una pequeña litografía, un
par de trabajos con tinta -entre ellos uno que recuerda enormemente a los
bocetos que el artista realiza para el logo del Centro de Arte Reina Sofía
cuando se inaugura en abril de 1986 (Homenaje a
Andoni Elizondo, 1986)- y un collage sobre papel. Entre todos ellos,
ocupando el vacío del espacio, se exhiben esculturas de tamaño pequeño y
medio, sostenidas por unas bases que varían considerablemente en altura. Leku III (1976), la única pieza de hormigón, reposa serena
sobre el pavimento en uno de los laterales de la sala principal.
Euskadi IV, 1976 Aguafuerte sobre papel, 161 x 115 cm |
Homenaje a Andoni Elizondo, 1986
|
Leku III, 1976 Hormigón, 82 x 51.5 x 76 cm |
Alguno de estos interrogantes a
modo de ejemplo: “¿Se puede ocupar un lugar sin tener medida? […] ¿Es la medida
condición necesaria para formar parte del Universo? ¿Es el presente sin medida
parte del Universo?”. Las reflexiones formales que vemos sobre el papel a
propósito de estas cuestiones son llevadas al plano volumétrico mediante una
más desarrollada experimentación matérica. El relieve de mármol blanco,
colocado sobre un podio del mismo color en medio de una de las salas, parece
compuesto por diferentes piezas escalonadas y perfectamente encajadas por una
fuerza centrípeta que lo hace inamovible, pesado. Esta contención puede
apreciarse en todas las esculturas que aquí se presentan, como si cada una
estuviera dotada de un campo magnético propio, mientras que las composiciones
bidimensionales, delicadamente enmarcadas y colgadas en las paredes, gravitan a
su alrededor. Una fusión de la materia en el espacio, o del espacio en la
materia. Una inercia que nace del respeto a los ritmos propios de cada material,
de la escucha activa que ejercía Chillida para atender a sus particularidades
sin imponérsele.
Además de mármol y hormigón, la
exposición cuenta con piezas escultóricas de hierro, acero, terracota y óxido.
Chillida hablaba del hierro como ese material que contiene la misma luz que la propia
de toda la cornisa cantábrica, luz de la que él se sentía perteneciente: “oscura,
negra, misteriosa”. La luminosidad blanquecina de sus primeras obras parisinas
desaparece cuando descubre las posibilidades que el hierro le ofrece. En una de
sus visitas al Louvre, sin embargo, se quedó pasmado al reparar en una mano de
la Victoria de Samotracia recién descubierta y añadida a la colección. Este
suceso supuso para él una reconexión con el arte griego y con esa luz
mediterránea, la cual le condujo a trabajar con el alabastro. Pero esta fase no
la vemos ilustrada en la exposición. Y es que esta no es una muestra
antológica, con obras representativas de lo que a los historiadores les gusta
catalogar como etapas o períodos dentro de la carrera de un artista. Aquí se
nos muestra un Chillida íntimo y personal, en pequeño formato, de manera que nos
podemos acercar a él desde una perspectiva distinta a la que estamos
acostumbrados, la de las esculturas monumentales de hierro y acero que se
encuentran en el espacio público diseminadas por todo el mundo, fundiéndose con
el paisaje.
Este es un homenaje que la
galería rinde al creador de los peines del viento y de muchas cosas más,
con la honestidad de quienes lo conocen bien y lo recuerdan con cariño. A él y
a su mujer, aunque el bonito gesto parece quedarse en el título. Pilar Belzunce
se encargó de la parte económica del universo Chillida y de todo lo que
ello suponía, de manera que este pudo dedicarse enteramente a la creación
artística. Pili fue, sin lugar a duda, su principal eje gravitacional. Y del
mismo modo que recordamos a este matrimonio, que conjuntamente llevó a cabo el
proyecto de creación del Museo Chillida-Leku en Hernani -no exento de
complicaciones teniendo en cuenta que permaneció nueve años cerrado al público-, recordamos
también a Nieves Fernández y sus inicios. En este doble homenaje, aprovechamos, además, para valorar positivamente la gestión de la actual dirección de la
galería, que al tomar las riendas dio un pasito más allá y abrió el espacio a encuentros
culturales más amplios, programando actividades de música y danza contemporáneas,
entre otras. Por muchos años más.
Muy bien. Estilo un poco ampuloso.
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