Intenciones de integración
FORMAS INDUSTRIALES. Arte-Arquitectura o la integración de las artes [1950-1970]
Galería José de la Mano
Comisario: Pedro Reula Baquero
C/ Zorrilla 21, Bajo Derecha, 28014 Madrid
Del 9 de septiembre al 20 de noviembre de 2021
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Vista de la exposición. En la pared de la izquierda, Caja abierta (Jorge de Oteiza, 1978). La composición central combina obras de Néstor Basterrexea y miembros del Equipo 57. |
A principios de la década de los 60, cala en un buen número de artistas españoles la premisa utópica de que es posible transformar el mundo mediante la mejora del espacio habitable. Siguiendo este ideal constructivo, los artistas pertenecientes a las corrientes geométricas se lanzan a la experimentación en busca de nuevas propuestas, tomando por referentes a la Bauhaus y las obras de artistas como Gio Ponti o Alberto Sartoris.
Se identifican, entonces, dos caminos cuyo recorrido será ineludible para alcanzar la meta: por un lado, la disolución de todas las categorías artísticas persiguiendo una integración en la arquitectura como eje articulador; por otro la reivindicación del diseño industrial como solución inevitable para este proyecto de disolución funcional, como la respuesta más válida a una serie de inquietudes que trascenderían lo puramente formal para tomar también una dimensión ética.
A esta deliberada tarea de confusión de disciplinas artísticas se sumaron los creadores de la mayoría de obras presentes en esta exposición. La muestra misma es también fruto de una conjunción: su sede, la galería José de la Mano, especializada en arte geométrico y diseño español del siglo XX, ha aunado esfuerzos con otra galería de intereses afines como es Studiolire. El director de esta última, Pedro Reula Baquero, ha sido el encargado de comisariar un montaje que aprovecha el reducido espacio con un planteamiento que, lejos de funcionar como una mera exhibición de las piezas, parece continuar la filosofía de sus creadores buscando la combinación de las mismas en una serie de pequeños espacios que quedan distribuidos a lo largo de las tres salas de la galería. El planteamiento del montaje se guía por un criterio que, más allá de una ordenación cronológica, persigue una intención más integradora y didáctica.
Vista de la exposición. Obras de José Mª de Labra, Javier Carvajal y José Luis Sánchez.
Así, en una de las salas, junto a un conjunto de obras firmadas por miembros del Equipo 57, encontramos una pieza de Jorge de Oteiza realizada en 1978. La presencia de esta Caja abierta pretende ilustrar la influencia del escultor vasco —que en su conferencia Un arte receptivo defendió la disolución de las artes en la arquitectura y criticó el decorativismo superficial de otras corrientes— sobre artistas como Ángel Duarte o Agustín Ibarrola, miembros del mencionado grupo y presentes en la muestra. Les acompaña Néstor Basterretxea, quien, si bien no perteneció al Equipo 57, estuvo involucrado en su etapa fundacional. Otro de los espacios incluye dos asientos diseñados por Javier Carvajal. Por un lado, la butaca Granada, que el artista ideó para una de sus construcciones arquitectónicas: el pabellón español de la Feria Mundial de Nueva York de 1964. Por otro, su revisión de The Chair de Hans Wegner, que formó parte del mobiliario de la boutique de Loewe en la calle Serrano de Madrid. Colaboraciones para la decoración de ambos edificios acompañan a la obra de Carvajal: una maqueta para una celosía de José Mª de Labra y otra para friso, realizada por José Luis Sánchez. En la última sala, una lámpara fruto de las investigaciones de Miguel Oriol y Antonio Carrillo sobre el estructuralismo modular, una bandeja de porcelana de Amadeo Gabino y la experimentación con nuevos materiales como la fibra de vidrio encarnada en la Silla MM2 de Andreu Alfaro componen una atmósfera de colores brillantes y formas curvas que nos va introduciendo en la década de los 70. Muchas de las piezas expuestas han sido cedidas directamente por las familias de los artistas.
Vista de la exposición. A la derecha, pantallas-soporte para iluminación de Miguel Fisac.
El propósito de concebir «ambientes reales» uniendo unas obras con otras vea, quizá, mermadas sus intenciones de integración debido al empleo de unas tarimas blancas que separan las piezas del suelo, generando la sensación de contemplar más bien una labor de escaparatismo que una verdadera apuesta por la fusión de los elementos con el espacio de la galería.
Un acierto, por otra parte, suponen las licencias que han sido tomadas en la disposición de algunas obras, en algunas ocasiones, simplemente buscando una mayor armonía en la composición final —un Ibarrola concebido en vertical está colocado en horizontal para combinar mejor con las mesas bajas—; en otras, como es el caso de la pantalla-soporte de Miguel Fisac, colocada en solitario junto a la puerta de la galería, el objetivo no está tan claro. Exenta de tubos fluorescentes y colgada de la pared, sin ninguna pista acerca de su contexto inicial, la disposición de la pieza parece contradecir la premisa inicial de la exposición, pero al mismo tiempo, supone la atribución de la dignidad de obra de arte a un artilugio pensado, en principio, para ser útil. Nos preguntamos por la naturaleza del arte, volvemos al punto de inicio.
Vista de la exposición. Obras de Miguel Oriol y Antonio Carrillo, el Grupo Parpalló y Amadeo Gabino.
Bueno, las tarimas no quedaban tan mal. Corresponden a un intento de museificación de las obras. Entre presentarlas como mobiliario doméstico o como obras de arte parece que la tarima asumía esa función de pedestal. A mí me gustó. También me han gustado mucho tus tres críticas.
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