Rayo Verde
Galería: The Ryder. Miguel Servet 13, Madrid. 28012.
Comisario: Rafael Barber.
9 de septiembre de 2021 -- 20 de noviembre de 2021.
Artista: Belén Uriel.
El rayo y la armadura frágil armadura contemporánea.
Claudio Hontana.
En ocasiones, cuando el día está llegando a su fin y el sol desaparece tras el horizonte, un fenómeno óptico-atmosférico de una inusual belleza asalta el firmamento. La reacción de los últimos rayos de luz al atravesar la atmósfera producen un extraño destello verde que centellea violentamente entre los tonos anaranjados del atardecer. Este suceso recibe el descriptivo nombre de “rayo verde” y al igual que Julio Verne lo utilizó para bautizar a su novela homónima, la artista Belén Uriel (Madrid, 1974), acompañada por el comisario Rafael Barber, coge prestado el sintagma para dar título a la exposición individual que la galería The Ryder (Miguel Servet 13) dedica a la artista madrileña desde el 9 de septiembre al 20 de noviembre de 2021.
Belén Uriel, a pesar de ser española, se ha formado ampliamente en la Universidad Nuova de Lisboa. Fue allí donde comenzó a trabajar con el vidrio y a investigar las posibilidades que le presentaba aquel material. Su íntima relación con Portugal le permitió sumergirse en el léxico e imaginario luso y rápidamente lo integró en su praxis artística dando lugar a una obra ecléctica y rica en referencias.
En esta muestra se exhiben 6 frágiles esculturas de vidrio sostenidas sobre unas elegantes estructuras metálicas que componen, junto con dos obras realizadas en bronce, un pequeño ecosistema en el que la artista reflexiona sobre la tortuosa relación que el ser humano ha establecido con el afuera, con los objetos que le rodean, e incluso con su propio cuerpo. Asimismo, Belén Uriel descubre su preocupación por la materialidad de lo cotidiano y por la vulnerabilidad que define a nuestra especie, recuperando así algunos temas que vertebraban Bonança, la exposición individual que protagonizó a finales de 2019 en el Centro de Arte 2 de Mayo (CA2M) bajo la coordinación de Tania Pardo.
Rodilleras, espinilleras, y muñequeras de vidrio reflejan y tintan la luz que entra por las ventanas de la galería. Un armazón de hierro lacado conecta los objetos y los eleva sobre suelo. El nombre completa la obra. Panóplia. Belén Uriel presenta así su armadura contemporánea, diseñada expresamente para acomodarse al cuerpo completamente fragmentado del humano contemporáneo. Desde que entran en el horno, las piezas están preparadas para el accidente. La fragilidad del material define también la fragilidad de nuestro organismo. Todo nos resulta transitorio. Todo se rompe. Irónicamente, la exposición está repleta de objetos diseñados para defender el cuerpo de los ataques externos. Sin embargo, una vez que abandonamos la seguridad del hogar quedamos expuestos a la herida. La robustez del vidrio desaparece ante el enfrentamiento y esa poética yuxtaposición se materializa en la práxis de la artista madrileña.
Las aporéticas obras de Belén Uriel consiguen transmitir la evidente inestabilidad que sufrimos en este mundo post-pandémico. La doble naturaleza de la armadura confeccionada por la artista madrileña (pensada para proteger pero incapaz de resistir un solo impacto) congela en su trasparencia la contradicción inherente a cualquier experiencia contemporánea. Todos queremos ver el rayo verde pero para eso hay que salir de casa y exponerse a los cortes y arañazos que nos esperan en el exterior. Belén Uriel nos deja ver un reflejo de aquello que deslumbró a Julio Verne y nos recuerda que no hay protección que valga. Todo es caduco. Ante el frenético movimiento de nuestro mundo quizá la mejor armadura es aquella que por su absurda inutilidad nos arranca el miedo de salir a la calle. Conocedores de la fragilidad que define a nuestro escudo quizá directamente preferimos salir desnudos.
Muy bien. Muy correcta.
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