Continuidad y novedad, el terremoto creativo de la segunda Vanguardia.
AZIMUTH. Una nuova concezione artística
Enrico Castellani, Lucio Fontana, Piero Manzoni
Galería Parra&Romero
C/Claudio Coello 14, 28001, Madrid
09 septiembre – 04 diciembre 2021
Continuidad y novedad, el terremoto creativo de la segunda Vanguardia
Paula García Robleño
En el bullicio de las calles, los
bares y los estudios artísticos de Brera, el barrio cultural del Milán de 1958,
se forjó la amistad y colaboración profesional entre Piero Manzoni y Enrico
Castellani. Del hastío causado por el estancamiento del panorama artístico del
momento en la abstracción del informalismo y el tachismo tras la Segunda Guerra
Mundial, y su compartido empeño en la búsqueda de alternativas y expansión de
los horizontes del arte, nace AZIMUTH.
La revista AZIMUTH, con un primer
número publicado en abril de 1959 y un segundo número publicado en junio de
1960, pobló sus páginas de artistas, nuevas técnicas y materiales para
compartir con el gran público. Los
artistas más innovadores y experimentales se encontraron entre sus filas: Yves
Klein, Hienz Mack, Dadamaino, Robert Rauschenberg, los propios Manzoni y Castellani y, por
supuesto, Lucio Fontana, maestro, amigo y gran apoyo para el proyecto. En
apenas once meses de intensa actividad, consiguieron formular una nueva
concepción artística que prosperó en la dialéctica de la ‘continuidad y la
novedad’ – en las propias palabras de Castellani –. De la revista saltaron a la
galería, estableciéndose AZIMUT como un espacio dedicado al desarrollo de la
más nueva y joven pintura de vanguardia, y que se convirtió en el faro de una
nueva orientación artística en Milán.
La exposición en la Galería
Parra&Romero, revisita el tambaleo artístico para el panorama de la Europa
de posguerra que estos proyectos tuvieron. Con las dos publicaciones de AZIMUTH como
punto central, la exposición se completa con las obras de los tres peones
cruciales de dicho momento: Lucio Fontana como referente y mentor, Enrico
Castellani y Piero Manzoni como cabecillas de la revolución italiana.
Destaca la particular elección de las obras que, de forma escueta pero estratégica, se sitúan en las paredes. Sin
ser las piezas más icónicas de los artistas, lo que quizá hubiese eclipsado la
figura de la revista, ilustran a la perfección el espíritu del momento y su
búsqueda de ampliación de los lenguajes formales del arte. El dorado Concetto
spaziale (1964-1966) abre la exposición, y las reconocibles incisiones de
Fontana introducen la espacialidad en la pintura rompiendo con la
bidimensionalidad del plano, lo cual se materializa en las propias paredes de
las salas. Utilizando los colores emblemáticos de las dos publicaciones, el
azul, el gris, el rojo y el blanco, la propia galería se articula como parte de
la exposición. Achrome (1958) de Manzoni y dos obras de la
característica serie de pinturas de luz de Castellani, Sans Titre
(1959 y 1997) completan el espacio, haciéndose eco de la ruptura con la
tradición de la pintura a través del abandono del color y la representación,
así como de la introducción de nuevas técnicas y materiales.
La imposibilidad de hojear los ejemplares de la revista, situados en una vitrina, se intenta suplir con reproducciones de algunas de sus páginas, distribuidas por las paredes. De igual manera podemos encontrar dos facsímiles en la librería de la galería, que bien podían estar más cuidadosamente presentados – en carpetas adecuadas a su tamaño y sin decenas de plásticos sueltos sobrantes – e incluidos en las propias salas de la exposición.
Muy bien. Excelente.
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